viernes, 15 de abril de 2011

"La casita en el jardín" por Laura Rodríguez Durán


Querida tía: Estoy encantada, de verdad, te lo prometo. Papá se viene a vivir aquí y deja ese enorme país donde se ha pasado tanto tiempo trabajando en la finca que es casi tan grande como Francia y que le ha dado tanto que hacer. ¡Lo ha vendido todo! Eso quiere decir que ya no seguiré más tiempo interna en ese colegio y podré vivir con mi papá. Además, si me quedo aquí para siempre, te podré ver cuando quiera y no sólo en vacaciones.

Te voy a contar una cosa maravillosa: papá ha comprado un palacio; un palacio de verdad.

Me ha mandado las fotos y tiene un jardín enorme, y en el jardín hay una casita para mí, para jugar. Me ha dicho que tiene sus muebles y todo. ¿No es fantástico?

Bueno, te dejo que tengo que estudiar y hacer los deberes. Muchísimos besos. Te quiero mucho tita.

Tu sobrina, Carla

Carla miró boquiabierta el interior de la casita de jardín. Es como una de verdad; con su salón, su comedor, su cuarto de baño, donde todo funcionaba de verdad, su cocina con un fregadero con agua para poder beber y lavarse las manos...Aquello era maravilloso. Invitará a sus amigas del colegio y organizarán fiestas.

- ¡Ay papi! Es fantástico que por fin vivamos juntos. Soy tan feliz

Los días transcurren entre albañiles, pintores y fontaneros y, a la vez que reparan la casa grande, se arregla también la casita del jardín. Carla se ocupa de todo como una mujercita.

Su tía va cada tarde y disfruta de ver a Carla disponer las cosas.

- Tita, ¿verdad que es fantástico tener una casita para mi sola? Ninguna niña de mi edad tiene una igual.

Ya se han terminado las obras y se prepara una gran fiesta en la casa grande. Carla hará de anfitriona, pero sólo hasta las diez. Cuando tenga que irse a la cama quedará su tía para ayudar a su padre con los invitados. Esa noche tan especial, Carla no duerme bien. La despierta la voz de una niña horripilante que viene del jardín. Intenta escuchar lo que dice pero sólo se oyen murmullos y llantos.

- Lo que has oído es el sonido del viento entre los árboles- le explica su padre mientras desayunan.

- Que no papá. Te lo prometo. Era una niña que lloraba y decía no sé qué cosas. Me dio mucha pena.

- Vamos, Carla; sólo ha sido una confusión. Es lógico. Tu vida ha cambiado completamente y la fiesta de ayer ha sido la gota final; bueno la penúltima gota. Todavía te falta la fiesta de inauguración de tu casita.

- Es verdad, papá. Hoy voy a mandar las invitaciones.

Carla oye cada noche la voz llorosa, pero se obliga a creer que papá tiene razón y no es nada más que el viento entre los árboles. Pasan los días y llega el momento de que sus amigas vayan a conocer su casita.

- Nunca podría ser igual, Carla. La tuya es muy antigua. Tiene casi doscientos años.

- ¿De verdad? ¿Tantos? Me parece genial.

- Anda, Carla, a la cama, que debes estar cansadísima.

Carla despierta de nuevo oyendo el sonido lejano de la voz que llora en el jardín. Pero esta vez es distinto, la oye más fuerte. Ya no puede creer que sea el aire...

Se asomó al balcón y escucha con atención. El llanto de la niña le da mucha pena. Carla se acerca a la casita, el llanto venía de allí.

- Carla, ven a sacarme de aquí, tengo frío, tengo hambre, ábreme la puerta.

Carla abre la puerta y se encuentra a una niña que era un fantasma que murió allí. La niña le contó que ella hacía siete años que vivía ahí con su madre, y un día la madre se despidió de ella, cerró la puerta con llave y se fue a Italia y la dejó allí sola.

Por más que lloró y lloró fue inútil porque el palacio estaba aislado y nadie la escuchó. Allí murió.

Cuando la niña le contó todo esto a Carla, le dijo:

- Ahora tendrá el mismo final que yo; así que la ahorcó con una cuerda, cerró la puerta con llave y se fue.

A la mañana siguiente el papá de Carla fue a despertarla para ir al colegio, y no la encontró en su habitación. Le pareció muy extraño, porque Carla nunca se despierta antes de que su padre la llame. Entonces su papá la buscó por todas partes, hasta que decidió entrar en la casita, cogió las llaves y entró y se encontró a Carla sin vida y con una cuerda rodeándole el cuello. En ese momento su padre no supo qué hacer; estaba pálido y sin fuerzas.

Mandó investigar sobre el palacio y le dijeron exactamente lo que la niña le dijo a Carla. En ese momento su padre se puso a llorar y llamó a la tía de Carla y le contó todo.

Enterraron a Carla en París donde siempre soñó ir.

Cuando volvieron de París empezaron a destruir el palacio, la casita, el jardín y todo.

Los dos se fueron a vivir a París junta al lugar donde enterraron a Carla. Desde ese día en el terreno donde estaba el palacio y la casita, la gente ve sombras blancas y una niña llorando, pero sólo de noche.

Nadie se acerca por ahí.

Años después construyeron ahí un colegio y se repitió la historia; todos los alumnos y profesores escuchaban el llanto de una niña. A las semanas aparecieron todos los profesores y alumnos muertos. Desde entonce se escuchan cosas raras en el colegio, que aún sigue allí.

Laura Rodríguez Durán 2º A

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