sábado, 11 de febrero de 2012

Miguel Hernández no quiere tener una universidad


Dentro de poco más de un mes se celebrará el 70 aniversario de la muerte de Miguel Hernández. Miguel murió de tuberculosis en la cárcel, a los 31 años, y dejó un legado poético que rasga las entrañas de quien lee algo suyo.
Cuando yo estudiaba en el colegio mi profesor se saltaba a este autor porque decía que era un rojo asesino. No me importa lo que dijera porque tal vez gracias a eso y a que tenía que leer sus versos a escondidas, hoy soy lo que soy. Tampoco quiero celebrar su muerte; prefiero celebrar sus versos.
Pero hay algo que tengo muy claro. Me lo dice el poeta con sus versos y su vida: él no quería ser recordado con el nombre de una universidad. En Elche hay una universidad que lleva su nombre. En ella se imparten titulaciones. Y se leen tesis que nada tienen que ver con la poesía. Muchas tesis y muchos cum laude... Pero Miguel era demasiado pueblo para ser homenajeado con el nombre de una universidad. Seguro que estaría más contento con que su nombre fuera, como es, el de colegios e institutos y casas del pueblo.
Por favor, no manchen su nombre y su memoria. Llamen de otra manera a la Universidad de Elche.
Nada más. Bueno, sí, algo: unos versos suyos, por si acaso...

Si me muero, que me muera
con la cabeza bien alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

1 comentario:

Beatriz Fernández dijo...

Menos mal que todavía nos queda la memoria.
Gracias por la entrada, Leonor. Es preciosa.