Fragmento:
"Recuerdo aquella mañana de mayo como el primer signo de la tormenta que se cernía sobre nuestros destinos inexorablemente, tramándose a nuestras espaldas y creciendo a la sombra de nuestra completa inocencia, aquella bendita ignorancia que nos hacía creer merecedores de un estado de gracia propio de aquellos que, al carecer de pasado, nada deben temer del futuro.Poco sabíamos entonces que los chacales de la desgracia no corrían tras el infortunado Thomas Carter. Sus colmillos ansiaban otra sangre más joven y teñida del estigma de una maldición que no podía ocultarse ni entre la multitud que se coagulaba en la algarabía de los mercados callejeros ni en las entrañas de ningún palacio sellado de Calcuta.Seguimos a Ben hacia el Palacio de la Medianoche en busca de un lugar secreto donde escuchar lo que tenía que decirnos. Aquel día, ninguno de nosotros albergaba en su corazón el temor a que, tras aquel extraño accidente y aquellas palabras inciertas pronunciadas por los labios besados por el fuego de nuestro rector, pudiera medrar mayor amenaza que la de la separación y el vacío hacia el cual las páginas en blanco de nuestro futuro parecían conducirnos. Debíamos aprender todavía que el Diablo creó la juventud para que cometiésemos errores y que Dios instauró la madurez y la vejez para que pudiéramos pagar por ellos." (pp.129-130)
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