viernes, 18 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES

Carlos Fuentes en la Feria del Libro de Buenos Aires, el pasado uno de mayo

El autor mejicano, junto a José Saramago y Juan Goytisolo, en un encuentro de escritores iberoamericanos en Santillana del Mar, en junio del 2007


Qué raro resulta que se haya muerto Carlos Fuentes. Es de esos escritores que forman parte de nuestro entorno, que parecen tener siempre unos 50 años (por ejemplo), que no se van a ir nunca porque jamás pierden la creatividad, la lucidez, la prestancia . Qué extraño dejar de escuchar cómo acariciaba las palabras con su bellísimo acento mejicano. He visto las imágenes de su féretro y los homenajes, he leído los artículos realmente sentidos llenos de admiración, pero no acabo de crérmelo. Lo sigo escuchando:
"Soy Escorpión y nací un 11 de noviembre, como Kurt Vonnegut, Dostoievski y Brigitte Bardot. Del año 1928, como Gabriel García Márquez", así se presentó un noviembre Carlos Fuentes ante un auditorio de estudiantes y profesores de la universidad de Brown.
"Las lenguas se crean y se nutren de la comunicación y del contagio mutuo. Elimina del castellano las palabras de origen árabe y te quedas sin alcachofa, sin almohada, sin azotea, sin alberca, sin naranjas, sin limones... sin muchas otras cosas que nos gustan" (...)   "La lengua inglesa es muy receptiva de las otras y por eso es la lengua occidental más rica. La española, que es la segunda lengua occidental más hablada, está admitiendo constantemente impurezas, neologismos, anglicismos, galicismos... Yo lo fomento y lo procuro. No creo en la pureza, ni de las lenguas, ni de las costumbres, ni de nada. Vivimos en un mundo impuro y eso es digno de celebrarse".
Si queréis escucharlo, aunque no sea "en directo", ved el siguiente vídeo donde comenta cuáles son sus personajes literarios favoritos. Maravilloso.
He leído que querías que tus cenizas estuvieran en París, con la de tus hijos y cerca de las de tu amigo Cortázar. Buen sitio, querido. Pero tus palabras están ya en cada esquina del mundo. Qué gusto, Carlos, que sigas aquí. Porque yo sigo sin creerme que te hayas muerto.  




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