lunes, 23 de noviembre de 2009

El malvado aire acondicionado

Era un friolero invierno. Todos los alumnos de 3ºB estaban predispuestos a penetrar por la imponente puerta del aula 15. Todos sentían el frío, a pesar de los gruesos chaquetones que portaban, pero había otra sensación que aún desagradaba más a los estudiantes; era el día de la presentación y el aula 15 acababa de ser restaurada después de años de debate del consejo estudiantil. No era como cualquier otro aula ; el aula 15 era más amplia, las paredes grisáceas todavía estaban ahumadas. Estaba muy limpia y con unos pupitres, pizarra y cristales nuevos y relucientes, en eso había consistido la restauración, puesto que en el suelo, en las paredes y en el armario se distinguían las marcas de lo que había sucedido antaño.
Los alumnos no habían pasado por alto aquellas marcas que más bien parecían advertencias. En el techo seguía `la máquina´ en la que los niños tenían fija su atención y la observaban impotentes, parecía que a cada bocanada de aire vaporoso que soltaba, le quitaba el aire a aquellos niños paralizados que no habían logrado traspasar la puerta. Aquella máquina infernal que había causado tantas muertes antaño, aprovechando la vulnerabilidad de aquellos niños que ahora podrían ser jóvenes felices que se ahogaron en las llamas producidas por aquella bestia revestida de blanco.
La historia cuenta que aquellos niños estaban en la clase esperando a que la profesora de inglés apareciera por la clase, cuando, de repente, todas las puertas y ventanas se cerraron haciendo un estrepitoso ruido; Los niños asustados arañaban con sus débiles dedos las puertas y las ventanas para así tener la esperanza de que cualquiera los divisara y oyera desde abajo. El jardinero y la profesora (que no pudo abrir la puerta) dieron la voz de alarma, pero ya era demasiado tarde : salían señas de humo por debajo de las puertas y los niños gritaban mientras se calcinaban sus huesos.
La policía científica dice que fue un cortocircuito; Pero todos los demás que observaban aterrados aquella máquina -la única que había salido sin el más mínimo rasguño- creían que ella era la culpable de aquel terrorífico suceso.
Una vez llegada la profesora de lengua, todos procedieron a entrar. A la media hora de comenzar la clase todo estaba en llamas. No solo el aula, también el instituto y los patios del recreo.
Nadie sobrevivió los bomberos que intentaron salvarlos perecieron. Cuando se extinguió el fuego, lo único que quedaba entre los escombros, era aquel aire acondicionado blanco e intacto.
Micaela Giraldez 3º B

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