Qué difícil es decir algo nuevo sobre la violencia hacia las mujeres. Los números, las condenas, los eslóganes, las fotos se repiten año tras año por esta fecha. Y parece que las palabras se están gastando. Lo que no se gasta es el maltrato, el machismo, el miedo, la violencia, la muerte. Los maltratadores no se cansan.
La muerte es el último escalón, terrible, de esta escalada que comienza con una violencia mucho más sutil, la violencia psicológica.
Imaginemos una historia, tal vez verdadera, tal vez real. Un tipo se enamora de un compañera. Locamenta, apasionadamente, sin límites. La compañera es su amiga. La compañera se agobia. El tipo la acecha, la envuelve con una red de celos, la intenta aislar, le impide trabajar tranquilamente, suscita la piedad de los demás, reparte sospechas... La mujer se angustia, grita, pelea, se cansa, lucha, se apaga, resurge, calla, se siente culpable, se oculta, llora, calla, habla, denuncia... Tiene que escuchar "te lo dije", "¿has hecho algo para provocarlo?", "eso es tu punto de vista", "es que eres muy sensible", "el pobre, ¿no te da pena? ...", "pasa página, que no es para tanto...". Tal vez alguna necia diga de ella "está loca perdía" (sin tildes, quizás). Y tiene que contemplar miradas huidizas de quienes dicen no saber.
Puede que la mujer de esta historia, tal vez real, tal vez verdadera, sea una profesora, se ponga enferma, deje su cargo, deje incluso su trabajo, se vaya a otro sitio, abandone a sus alumnos tan queridos, se aleje de sus buenos amigos buenos. Y no pueda dar explicaciones porque no quiere dañar la inocencia de sus alumnos. Y no quiere dar exlicaciones porque las mujeres de su generación no aceptan la derrota y la injusticia. Porque no entiende, entre otras cosas, que el pobre enamorado siga en su trabajo y ella haya tenido que irse. Para poder vivir.
Esto es una historia, tal vez real, tal vez verdadera de las muchas reales y verdaderas que machacan a tantas mujeres.
Jamás te rindas, mujer.
6 comentarios:
"Jamás te rindas, mujer"
No es un eslogan más, es un deseo que yo también comparto. Es una obligación moral para quienes creemos en un futuro diferente.
Jamás.
Esa mujer somos todas.
No estamos solas y no tenemos ningún miedo.
Y no nos rendiremos. Es una obligación y una necesidad.
Nunca hay que rendirse ni desfallecer.
Y sobre todo, nunca hay que callarse. Porque el silencio hace fuerte a los culpables
Gracias, Esteban, Beatriz, Ana y Carmen. Gracias también, Unknown.Tienes razón, no hay que callarse; pero si se habla creo es mejor hacerlo a cara descubierta.
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